Año bisiesto, no siniestro (reflexiones de 2024)
Muy buenas a todos.
El año pasado había sido un memorial de agravios respecto de las malas experiencias sucedidas durante el año, pero en este caso, se podría decir que el propósito de que fuese levemente mejor este año que el anterior, se ha cumplido a cabalidad. Grado de la maestría en marzo, junto con estar viviendo en la nueva casa desde agosto, aparte de llevar cinco años trabajando ininterrumpidamente. No puedo, o no debería, más bien, quejarme, hay gente que vive en una peor situación, pero ustedes saben lo que hay conmigo. Nunca soy capaz de ver el vaso medio lleno.
Este año que finaliza ha dado las dos caras de la moneda, con lo anteriormente mencionado, y el hecho de empezar a sufrir separaciones de una u otra índole. El trabajo se me ha incrementado a causa de que los jefes que tenía fueron invitados a irse de la empresa, forzándome a tener un ritmo de trabajo al cual no estoy habituado, pero ya se está trabajando en ello. El hecho de vivir en una nueva casa no fue nada fácil e incluso tocó hacer una mudanza a escondidas de quien es mi progenitor, el cual hoy día sigue (y seguirá) buscándonos. Para rematar el aspecto familiar, darse cuenta que varios de los primos maternos que tengo, son de las peores personas que he conocido (la dejación de funciones con respecto a su padre, uno de mis tíos, es de las cosas más bochornosas que he tenido que experimentar, y claro, como en muchas ocasiones, soy, o somos, con mi madre, aquellos que deben responsabilizarse).
Y la puntilla, el hecho de la soledad empieza a acuciar. Treinta años y pocas relaciones (cercanas) con significado. Quizás la vida tan poco interesante que tengo, contribuye a ello.
La conclusión que tengo que dar en este discurso, es que ha sido año de contrastes, pero con un balance positivo en lo absoluto.
Rezo para que todos ustedes, queridos lectores, tengan un feliz, próspero y bendecido año 2025.
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